martes, 16 de octubre de 2007

Veinte rancagüinos en la Historia Nacional


EL RANCAHUASO
Veinte rancagüinos en la Historia Nacional
categorias: Local - Cultura
He aquí, un acercamiento a una veintena de personajes que con sus claroscuros han hecho país desde nuestra “patria chica”, con el sello de Rancagua.

Escrito por Esteban Valenzuela

Aún recuerdo con algo de “pica” aquellas discusiones con un amigo sobre que ciudad de Chile había aportado más talentos al desarrollo nacional en diferentes ámbitos. Fui apabullado por mi interlocutor, el cual como un aplicado niño de kinder, a pesar de su estatura de gigante sonriente, comenzó a recitarme todos los héroes y premios nacionales que habían nacido en Chillán y sus alrededores. En verdad, sorprende: O’Higgins y Prat, Violeta y el clan Parra, la escultora Marta Colvin y Claudio Arrau, que “Consomé” Oyarzún revolucionó el fútbol.

Entonces descubrí lo importante que es para una ciudad y su identidad el conocer de los hombres y mujeres que habían desplegado prodigio y hecho historia, a veces controvertible. Como coronación de esta lección de cariño al terruño, un día llegamos a Chillán, y tras los piures y la cazuela de pava en el mercado a mediodía, luego un mote con huesillo bajo esas grandes arboledas a media tarde, terminamos, no sé cómo, en un bello atardecer dentro de una conocida picada de parrilladas. Tras cruzar la puerta y ser amablemente atendidos, comenzó mi amigo y una informadísima mesonera, a mostrarme en los muros del restaurant los retratos de muchos hijos notables de Chillán. Incluso, se habían apropiado de Neruda. ¿Pero si nació en Parral? Les cuestioné airadamente. “Parral era parte de la provincia de Chillán”, me respondieron. Entonces, dije “el Cardenal Caro es parte de la historia de Rancagua, porque Ciruelos y Pichilemu están en nuestra región”.Hubo sonrisas y una larga conversación sobre los aportes de cada uno de estos próceres, interrumpidos por chunchules y borgoñas varios, además de un vino dulce cauquenino.


Más allá de la fiesta culinaria y la lección de historia, nos prometimos, entonces, sugerir que al menos veinte rancagüinos han sido en sus áreas figuras señeras de la historia del país. Advertimos, que como todo listado se peca de subjetivismo, de todo tipo de discriminaciones, de omisiones, de revelar personajes para muchos desconocidos o sin relevancia. Nos declaramos culpables de todos esos pecados, pero también declaramos que no hay historia oficial, siempre alguien cuenta una historia, y he aquí, un acercamiento a una veintena de personajes que con sus claroscuros han hecho país desde nuestra “patria chica”, con el sello de Rancagua.


CUATRO POLITICOS DE CALIBRE


Lastarria: El progresista por excelencia
Es sin duda el más influyente pensador nacido en Rancagua. José Victoriano Lastarria fue el ideólogo progresista por excelencia del Chile del siglo XIX, el hombre que brego por instituciones democraticas tras el periodo autoritario portaliano, quien enfatizó la importancia de la educación y la ciencia en el desarrollo nacional con la generación literaria de 1842, y fue clave en las rebeliones políticos-sociales encabezadas por el Club de la Igualdad en 1852. Lastarria, liberal en su época (la izquierda decimonónica), comparte con Francisco Bilbao, Santiago Arcos y Vicuña Mackena, un sitial preponderante en los intelectuales que bregaron por reformas bajo en fuerte influjo francés (se critica cierto tono extranjerizante de dicha generación) en el entonces estado chileno en formación.

Lamentablemente, en errores de otros nominados en este mismo listado, en los 60s se demolió la bella casa colonial donde nació Lastarria, y que se encontraba junto a la actual Intendencia, cerrando la plaza en cruz en su cruce nor-poniente. Si se reconstruye un edificio de moderada altura en dicho lugar, para restablecer el cierre colonial de la plaza, debiera tener reminiscencia a esta herencia de los Lastarria.


Germán Riesco: Un Presidente en el Cachapoal


El tema de la reconciliación y la reparación de heridas profundas en una sociedad dividida tras graves conflictos internos no es nuevo en la historia nacional. Tras las guerras civiles en 1850s y de 1891 hubo complejos períodos de reparación y restauración del consenso. A Germán Riesco, nacido en la ciudad, le tocó ser presidente entre siglos, y lidiar no sólo con las odiosidades de la guerra interna, sino también con las luchas de diferentes facciones parlamentarias que hacían caer gabinetes mensualmente. Con todo, bajo su administración continuaron grandes obras de infraestructura y una mayor inversión en educación primaria. No supo responder con reformas a las primeras manifestaciones obreras en Chile.

Patricio Mekis: El Rancagüino que conquistó Santiago

Don “pato”, como le dicen los más avezados funcionarios municipales y líderes vecinales, combinó el carisma con un espíritu práctico y emprendedor. Su familia tenía un negocio pionero de automóviles en calle San Martín, pero el intranquilo Patricio Mekis no estaba sólo para heredar el negocio de don Federico, su padre, y colaboró en los más importantes hechos que sacudieron a la provinciana ciudad: ayudó a fundar el Club O’Higgins, fue clave en que fuésemos sub-sede del mundial del 62, como alcalde dio impulso a la multiplicación de áreas recreacionales y verdes en la ciudad (entre ellas, la entrañable Plaza de la Marina) impulsó el Instituto Inglés y el Club de Campo los Lirios, fue diputado nacional con primera mayoría. Hasta aquí temas de interés para Rancagua, pero luego viene su salto a la capital; Mekis se convierte a mediados de los 70 en Alcalde de Santiago, y pasa a la historia no sólo por su amabilidad, sino por un plan de remodelación urbana del centro que no se veía desde Vicuña Mackena y la remodelación del Santa Lucía. Patricio Mekis crea el Paseo Ahumada, remodela el Parque O’Higgins, inicia campañas públicas por el ornato y el embellecimiento de la Capital. Se le critica, por cierto, el origen no democrático de su mandato, aunque en estricto rigor el alcalde de Santiago siempre fue designado en Chile hasta 1992. El monumento que le recuerda caminando y sonriente frente al Teatro Municipal le expresa optimista como fue siempre hasta su trágica muerte en su casa de descanso del Lago Vichuquén.


Nicolás Díaz: El amante fervoroso de esta región.


En este siglo ha habido muchos políticos con cierta figuración nacional que han representado a Rancagua y la provincia, pero ellos en verdad, no son rancagüinos, tan solo la han visitado electoralmente. El político por excelencia ha sido Nicolás Díaz, DC por los cuatro costados, quien no solo dejó huella como Alcalde en el convulsionado período de fines de los sesenta, que implicó erradicar conventillos y callampas, sino también proyectar el balneario Cachapoal y el nuevo edificio consistorial. Fue ardoroso oponente de Allende, pero también valiente y tenaz opositor a la dictadura militar, lo que le costó ser despedido de su cargo médico en el Hospital Regional, al cual había estado vinculado por décadas. Luego es electo senador con primera mayoría; la región ve su preocupación por Convento Viejo y la preservación ambiental, y la ciudad su interés en proyectos claves como la Iglesia Gaudí. Pero Nicolás Díaz trasciende lo local, y con el tiempo será recordado por su papel en otras dos iniciativas de resonancia nacional: La legislación antitabaco que desafió poderosos intereses económicos, y la realización en Chile y en nuestra región del mayor evento desde el mundial del 62: El jamboreé mundial en nuestra pre-cordillera en el cambio de milenio.


LA CIUDAD DE TRES SINDICALISTAS QUE HICIERON TEMBLAR A LA MONEDA


El negro Olivares: Cuando el cobre se para…


Entre los viejos y no tan viejos mineros se nombra con fervor casi religioso el nombre de Héctor Olivares Solís, el “Negro” Olivares, quien a pesar de su buen carácter y sentido del humor, fue un luchador sindical implacable especialmente en los 60s, mañoso le acusaron muchos, cuando siendo Frei padre presidente, encabeza el movimiento de solidaridad con la huelga de El Salvador, y la Moneda conoce por primera vez el peso incontenible de los trabajadores del cobre, “el sueldo de Chile”. Líder sindical, que fue a la escuela en Rancagua y conoció el mundo de Sewell y los campamentos de Caletones y Coya. Líder social que se convierte en parlamentario, sufre el exilio, y vuelve a representar la ciudad con primera mayoría tras el reencuentro con la democracia. Hasta hoy asesora a la Federación de Trabajadores del Cobre, buscando ampliar y defender conquistas sociales en un país donde el movimiento obrero ha tenido protagonistas claves en la ciudad de Rancagua. Nadie entiende porque no vive acá, entre los suyos, entre esas familias que aún conservan junto a la foto de Allende un retrato o un calendario del “negro”.


Guillermo Medina: De la pesadilla de Allende al predilecto de Pinochet


Guillermo Medina es por cierto un nombre que desata amores y odios, pero fue indiscutiblemente un actor central del sindicalismo gremialista por un cuarto de siglo. Se dice que fue pro DC, que trabajó por la candidatura socialista de Olivares, que luego se radicalizó contra Allende encabezando la famosa marcha sobre Santiago dominada por los empleados de “El Teniente”, lo que desnudó las propias carencias del Gobierno de la Unidad Popular y su discurso obrerista que no supo integrar a las capas medias al proceso de transformaciones.


Para algunos Medina fue un traidor, para otros un héroe de la resistencia anti-marxista, para los observadores más imparciales, un caso notable de líder gremial que defendió los intereses corporativos de su sindicato bajo el gobierno que fuere. Pinochet lo distinguió como consejero de Estado, y los más perspicaces, apuntan correctamente que en el fondo el dictador le temía. De hecho, los Chicago Boys nunca metieron mano a “El Teniente”, y los trabajadores del cobre mantuvieron sus conquistas a pesar de la revolución capitalista y anti-sindical. Se convirtió en factor determinante para mantener la pega o entrar a “El Teniente” en tiempos de aguda cesantía. La historia juzgará las razones políticas, gremiales, o una mezcla de tenacidad y oportunismo en un líder sindical indiscutible.


Rodolfo Seguel: El comienzo del fin del autoritarismo

Cuando se lee cualquier libro o ensayo sobre la transición a la democracia en Chile, se ubica su inicio en la crisis económica de 1982 y el llamado a la primera protesta nacional realizado por la Confederación de Trabajadores del Cobre el 11 de mayo de 1983, presidida por un joven sindicalista de Caletones; el rancagüino Rodolfo Seguel. Después es despedido, encarcelado en varias oportunidades y tuvo que librar batallas judiciales para mantener su cargo sindical, del cual también se le trató de eliminar. El “Lech Walesa Chileno” como apuntan muchos, perdió liderazgo con el tiempo, se hizo diputado por San Miguel y fue ampliamente criticado por colocarse en la fila para saludar al General. Aunque se cuestione a Seguel, su nombre ha quedado inscrito en la historia nacional. Desde Rancagua, una vez más, La Moneda tembló.


Dos artistas que remecieron la plástica y la escultura

Ximena Cristi y el fin de machismo en la pintura


"LOS MAESTROS IV : HOMENAJE A XIMENA CRISTI"

VER ENTREVISTA
Ella nació en Rancagua casi por casualidad, pero recuerda sus veraneos en los fundos familiares en los alrededores de la ciudad. Los críticos plásticos e historiadores del arte nacional la nombran en todas las reseñas serias de los más destacados artistas nacionales del siglo. Su pintura delicada, que conjuga intimismo y pasión exterior, rompió la hegemonía masculina de nuestra historia plástica, dominada por hombres desde el siglo XIX. Ha lidiado con todos; con Matta y Juan Francisco Gonzalez, con Valenzuela Puelma y Pablo Buchard, y salió vencedora. La pintura después de ella dejó de ser un pasatiempo para las señoritas o un arte profesional vedado para mujeres.


Samuel Román o la obra monumental diseminada por Chile


Notable la ignorancia sobre este artista eximio, que sin embargo ha creado las obras escultóricas más populares y afamadas de Chile. Entre ellas el Monumento a Enrique Molina que domina el Campus de la Universidad de Concepción, la bellísima “Novia del Viento” que fue elegida entre cientos como la mejor obra para recibir a los millones de viajeros que visitan Chile por esa puerta es el Aeropuerto Pudahuel. Samuel Ramón también esculpió el monumento a Balmaceda en la Plaza Italia, las educadoras en calle Dieciocho. Además, formó la escuela de canteros, que educó a decenas de grandes escultores, entre ellos su propio hijo Héctor (creador del Monumento a la batalla de Chacabuco), y nuestro conocido José Vicente Gajardo, artista tomecito radicado en Doñihue desde 1990. Samuel Román se crió en la casa que alberga a gendarmería allí en Lastarria con O’Carrol, en el barrio estación, el más fecundo en figuras nacionales, como ya veremos. Felizmente la Alameda de la ciudad cuenta con dos de sus obras.


Tres empresarios de la innovación y el asombro


Carlos Klein: El vencedor silencioso de la Guerra del Pacifico


Los extranjeros, especialmente los gringos, saben mucho de guerras, y por tanto cuando escriben de ella no sólo se refieren a héroes reales o mitológicos del campo de batalla, sino que a los creadores de tecnologías e insumos vitales para la misma. Así como la industria acerera de los Krupp explica la agresividad alemana en este siglo, numerosos expertos se han preguntado cómo Chile logró derrotar a Bolivia y Perú, y avanzar en su expansionismo hasta la mismísima Lima. Sorprende encontrar, entonces, la figura innovadora de Carlos Klein, quien con su maestranza-fundición de Rancagua fue capaz de surtir a la Armada y el Ejército de municiones y repuestos esenciales para el éxito militar. Klein es prácticamente ignorado en nuestras historias.


Nicolás Rubio: Un empresario que se adelantó un siglo

Causa casi hilaridad leer en este fin de siglo que nuestros políticos y técnicos llaman a los empresarios a dar un nuevo “paso en la cadena exportadora”, pasando de la mera explotación de productos primarios y otros de mayor valor agregado, especialmente pasar de la fruta de exportación a un mayor desarrollo de la agroindustria alimentaría. Hace un siglo, a fines del XIX, un rancagüino ya era el empresario que se pide para el siglo XXI. Nicolás Rubio creó la primera conservera nacional, y con su fábrica comenzó a enviar fruta enlatada a la propia Europa. Todo, desde la bella casa esquina de membrillar con Freire, de la cual solo quedan dos palmeras, ahogadas por el asfalto del estacionamiento de un supermercado. Nicolás Rubio fue un pionero que mostró caminos al empresariado nacional. Verdadera modernidad desde la provincia.


Jesús Diez: De la micro Codegua-Rancagua al imperio Tur-Bus


Aunque él se dice de la Punta de Codegua, la verdad es que se educó en Rancagua, y así como alguien dice fantaseando que comenzó con unos pollitos, la verdad es que el fundador y dueño de Tur Bus comenzó con una micro entre Codegua y Rancagua. Sí, no solo padecemos la invasión de cadenas “santiaguinas”, sino incursionar en lo aéreo y expandirse a otros países. Todo un imperio con fé de bautismo en estas tierras, aunque su edificio no sean muy agradecido con su ciudad de despegue.


El obispo de la comunidad cristiana participativa


Miguel Cavieres: Poniendo en Práctica el Concilio

La región tiene fama de ser la proveedora de mayores vocaciones religiosas per cápita de Chile, sobre todo la costa desde antes del mismísimo Cardenal Caro, con un Obispo de oratoria abismante como Ramón Ángel Jara. Por aquí ha pasado el Obispo Borja Valenzuela, Eduardo Larraín Cordovez, han nacido Orozimbo Fuerzalida, y en San Vicente el Obispo Pardo. Pero el rancagüino por excelencia con renombre internacional más que nacional, aunque sea lejos el sacerdote más publicado del cono sur en las últimas tres décadas, es el ex parroco de Pichidegua y actual Obispo de Osorno, Miguel Cavieres, quien fuese también asesor de pastoral juvenil.


El Obispo Cavieres es conocido en toda Latinoamérica por sus escritos proponiendo metodologías participativas para vivir el evangelio y desarrollar la vida interna del gran aporte del Concilio Vaticano II: el retorno a la comunidad eclesial de base, como los primitivos cristianos. Miguel Cavieres es el gran operacionalizador y divulgador de esta innovación de la Iglesia Católica universal. Sus manuales para leer el evangelio en común, la metodología de ver-juzgar y actuar, las técnicas para fortalecer la vida grupal, han sido re-editados sólo en forma comparable a los escritos de Oscar Castro. Todo silenciosamente, como la propia sencillez de este cura-Obispo rancagüino.


Dos cantantes internacionales y un animador de historia

Arturo Gatica popularizó la canción chilena

Murió hace solo dos años y miles de rancagüinos le visitaron en su velorio allí en la Población Cuadra, y luego le acompañaron desde la catedral hasta el cementerio Número 2 o Baquedano. Es que para los lolos de hoy les costaría creer que en los cuarenta y cincuenta el hit número uno era Arturo Gatica en radios capitalinas y provincianas. Y pensar que se crió en Lastarria y Maruri, en el Barrio Estación, y comenzó cantando en cantinas y bares de Carrera Pinto, en las fiestas del Liceo, en matrimonios y peñas. Arturo Gatica tuvo una gran virtud: sacó a la canción chilena de un folklor anquilosado y la supo renovar, hacerla popular, conquistar sintonía, hasta llevarla a decenas a países.


Lucho Gatica: el más conocido cantante chileno de todos los tiempos


Lucho Gatica fue alumno predilecto de su hermano Arturo, y su voz romántica y provinciana, fresca y sensual, apasionada y amable, fue conquistando tres generaciones de chilenas, mexicanas, venezolanas, españolas. Parece increíble que hace solo tres años al despedirse. Julio Iglesias y Luis Miguel, hayan estado allí en ese homenaje masivo para la comunidad latina de Estados Unidos. Ellos saben, que en los sesenta, el rey del bolero fue Lucho Gatica, quien abrió la industria musical a la canción romántica latinoamericana. No es exagerado decir que es el Frank Sinatra de Hispanoamérica. O más bien, que Sinatra es el Lucho Gatica de los gringos. Y era un mocoso en ese lugar diverso y bohemio que es (fue) el Barrio Estación.


Iván Arenas: Un profesor Rosas que ya es inmortal

Los mayores (ya de setenta) leían el Peneca (pura literatura). Si uno le pregunta a un cincuentón responderá que el gran motivador de su niñez y pubertad fueron los cuentos de Salgari y el radio teatro (literatura y radio). Si nos preguntan a los actuales treintones, diremos casi unánimemente que somos la generación del Mampato de Themo Lobos y de Música Libre (literatura y televisión). Pero si en algunos años más le preguntamos a los actuales adolescentes y niños por quien les abrió los ojos a la aventura y el conocimiento, nos dirán que el profesor Rosa (televisión y televisión). La del dos mil dirá que el internet. Pero bueno, todo este preámbulo para ubicar la importancia de ese Rancagüino, criado entre la Isabel Riquelme y la Rancagua Sur; simplemente Ivan Arenas, el rancagüino que se ha convertido en el creador de mundos de toda una generación. Y eso es mucho, muchísimo en la historia de un país.


Un deportista rancaguino en el libro guiness

Renato Castro: Campeón Mundial de basketball


Jotar, el campeón continental de tiro, se dice de Requinoa. Y a Jorge Robledo lo reclaman otros lugares. Así que en el deporte, nos quedamos con este hombre fenomenal. Ganó la competencia mundial de tiro libre en basketball, e hizo colocar a un rancagüino en los titulares nacionales e internacionales. Es que achuntarle 99 veces de cien a un aro de basketball es algo imposible. Como dice mi padre; “habría un ángel tirando las pelotas hacia adentro, no hay otra explicación”. Quizá se pueda explicar en que el basketball fue boom en Sewell y Rancagua de los 40s a los 60s, y a esa generación pertenece este prodigio. Ahora que se ha hecho popular el basketball americano por el cable, hay que recordar que Michel Jordan y demases tienen un promedio de 70% de anotaciones en tiros libres. Grande Renato Castro, no hay que olvidarle nunca.


Tres literatos que han honrado la lengua y su tierra


Baltazar Castro: El narrador de las epopeyas mineras

Don Balta tiene historias de todo tipo: como político fue senador socialista independiente, representó a los mineros, y tuvo una abortada pre candidatura presidencial; como empresario fue famoso por su viña y por venderle vino a Cuba tras la visita del mismísimo Fidel Castro; pero, sin duda, su figura crece en la literatura desde sus libros de costumbrismo social donde relata de vida de mineros y campesinos, pasando por obras picaras, sátiras, hasta su último libro que es un dulce retrato de Pablo Neruda. El es parte esencial de esa generación de literatura comprometida con los de abajo, en la cual le acompañan nombres como Manuel Rojas, Nicomedes Guzmán y Baldomero Lillo.


Héctor González: El periodista que llegó a la Academia de la lengua

La historia chilena de la prensa regional tiene un nombre indiscutible en la persona de Héctor González Valenzuela. Sesenta años de periodismo, cuarenta en la dirección de “El Rancagüino”, tras el trágico asesinato del fundador de dicho medio e incendio del diario; su padre, Miguel González Navarro. Ensayista e historiador, orador indiscutible con piezas literarias sobre la batalla de Rancagua que ponen los pelos de punta y emocionan. Directivo nacional y latinoamericano de la prensa asociada. Promotor de Instituto O’Higginiano. Perseveró con el diario de la ciudad a pesar de la severa crisis de 1983 y los intentos de “El Mercurio” de convertirlo en otro apéndice regional de la poderosa cadena nacional. Su dilatada carrera en el periodismo, la historia y las letras, le han significado un reconocimiento que le ubican como otro rancagüino de significación nacional: miembro de la Academia Chilena de la Lengua desde 1997. Probablemente nos debe una gran obra literaria, que ya debe estar escrita y apostamos versa sobre O’Higgins y su gesta, sus contradicciones y aciertos. Hay que esperar a leerla.


Oscar Castro: Nos mostró El Alba y no quiso ser el tercer Nóbel chileno

Sin desmedro de otras figuras, debíamos comenzar con Lastarria y concluir con Oscar Castro, quienes junto a Samuel Román y Lucho Gatica, destacan por su resonancia nacional e internacional. Allí está el rancagüino nacido en una casa que aún está en pie allí en calle O’Carrol, a un costado del Liceo que lleva su nombre. Le sobreviven su viuda eterna Isolda Pradel y sus amigos de “Los Inútiles”. Pero sobre todo permanece en cientos de ediciones de su prolífera producción literaria, en libros como “Comarca del Jazmín” o “La Vida Simplemente” que sobrepasan los cien ejemplares. Uno de los autores chilenos más leídos y re-editados. Prosa y verso, periodismo, teatro, ensayo.

Se crió también en Barrio Estación, conociendo la vida alegre de prostíbulos y bares, mezclando su vida de un barrio pobre y un colegio rico financiado por un tío, escuchando los trenes al sur y a la mina, oyendo las historias de campesinos, mineros y andariegos. Desde la historia local, inspirado por sus amores rancagüinos y las tragedias sociales de la ciudad, por sus amaneceres y crepúsculos, Oscar Castro se ha hecho universal. Las universidades del mundo conocen decenas de tesis y libros sobre su obra. La novela “Llampo de Sangre” con toda la vida de los mineros de Chancón fue llevada al cine. Los Cuatro de Chile y los Duvachelle popularizaron sus poemas hechos canciones. Augusto D’Halmar lo descubrió en el Ateneo de Valparaíso tras leer el “Responso a García Lorca”, tras el asesinato del poeta granadino en manos franquistas. Luego el educador Hernán Vera le lleva a Santiago. Es premiado y publicado, aunque la mayoría de su obra es editada postunamente. Muere tempranamente, a los 37 años. No es fetichismo decir que así como Nicanor Parra merece el Nóbel, posiblemente Oscar Castro de haber sobrevivido ya habíamos festejado un tercer galardón para Chile. Sus versos y libros siguen siendo fuente de inspiración, desde el “para que no me olvides” que titula una obra de Marcela Serrano, hasta el propio nombre de esta revista regional, que nos dicen, debe su nombre a esos poemas de Castro “Del Alba a la Noche”. Por la magia de la literatura, y la calidad de su obra, Oscar Castro seguirá siendo un clásico, haciendo universal a Rancagua, como Fuenteovejuna, como el San Peterburgo de Dostochiesky, como la Praga de Kundera, o Isla Negra de Neruda.


A modo de epílogo y defensa solo una última idea: esto ha sido sólo una invitación para conocer de nuestra historia, de sus personajes, para testimoniar que desde esta tierra nacen talentos y ha habido creatividad y liderazgos en diversas áreas del quehacer. Hay que sacarse de la cabeza todo complejo de inferioridad. Sí, pecamos de fetichismo local, y arengamos (y autorizamos) públicamente a algún comerciante que coloque en su bar o restaurant o lo que fuere, los retratos de parte o la totalidad de estos rancagüinos. Lo único que pedimos es que sepa quiénes son y que nos guarde un vaso de tinto para invitar a ese chillanejo orgulloso a conocer los nuestros, y darle también una lección de historia y amor al terruno.

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